Partamos de la siguiente premisa, y no corre sólo para los antibióticos sino que para
cualquiera sea el medicamento: Tomarlos por cuenta propia, en la cantidad, tiempo,
combinación y régimen porque se nos ocurrió que resolvería el problema, es realmente el
problema en sí (o peor).
Los medicamentos tienen indicaciones y contraindicaciones, dosis, sistemas de toma,
días de tratamientos, reacciones adversas, efectos esperados, signo y síntomas los
cuales son determinados para el tratamiento de cada patología.
Si “seguimos una receta” porque en otra ocasión nos dio resultado, o le funcionó a un
conocido, porque creímos era lo mejor o simplemente “por si acaso”, estamos cometiendo
un error que fácilmente puede poner en riesgo nuestra salud al corto, mediano o largo
plazo.
Las terapias van aplicadas a la identificación de un cuadro, y esto es material del
profesional, el cual es responsable de la prescripción, y en el mejor de los casos, de la
resolución o ayuda al tratamiento.
Particularmente hablando de los antibióticos, estos tienen ciertas implicancias muy
importantes al momento de seleccionar el indicado. Los existen de amplio espectro, y
espectro reducido, que en palabras simples es que uno puede funcionar para varias cosas
en un rango mayor, y otros son específicos para determinados cuadros.
Existen algunos que pueden desencadenar una reacción alérgica que fácilmente puede
acabar en un shock anafiláctico; grave cuadró en respuesta alérgica que provoca mareos,
náuseas, eventual rush cutáneo entre otras, y dificultad o imposibilidad de respirar,
pudiendo ocasionar desmayos y en los peores escenarios, la muerte.
También están las dosis, dependiendo de la infección a tratar, y junto con estos la
duración en días.
Existe como profilaxis previa (antes de un procedimiento a ejecutar), o post tratamiento.
Hay otros que deben ser indicados en conjunto con otros antibióticos para determinadas
terapias, o con recubrimientos estomacales.
Como vemos, no es llegar e indicar un antibiótico así como así.
Otro hecho importante que cabe recalcar, y ha pasado en nuestra generación, es que el
uso y abuso equivocado y auto indicado de antibióticos, ha generado una resistencia al
mismo. Esto por todas las razones citadas anteriormente, principalmente ligados a la
creencia del “me tomé una sola amoxicilina por si acaso, para el dolor”. Esas micro dosis,
lo único que lograron, fue enseñarle el medicamento al organismo, para generar una
resistencia, haciendo que la próxima vez que necesitemos el antibiótico de verdad, el
efecto no será el mismo. Y así consecutivamente en la población.
No se trata de tenerle miedo a los remedios, estos utilizados del modo correcto, nos
facilitan la salud en muchísimos casos. Sin embargo limitémonos a hacer uso de ellos
cuando un profesional de la salud nos lo indica, ya que sabe cómo y por qué lo está
haciendo.
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